Rabbí Meír solía decir: no te
fijes en el cántaro, sino en lo que hay en él. Hay cántaros nuevos
llenos de vino añejo y cántaros viejos que ni siquiera contienen
vino nuevo.
Las personas, en cierto modo, son como
los cántaros. A menudo pensamos que la edad es un grado, y
concedemos el voto de la experiencia a nuestros mayores y ancianos;
pero olvidamos que la experiencia solamente se convierte en un grado
cuando la persona ha aprendido de la misma.
Este extracto de la Mishnah nos enseña
que, aunque no sea lo más habitual, los jóvenes también pueden
gozar de ese voto de confianza que se concede a los ancianos; pues lo
que cuenta no es el tiempo que hayamos vivido sino cómo lo hayamos
aprovechado.
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