viernes, 20 de septiembre de 2013

Alfabetos Mágicos - Introducción

Hoy en día prestamos muy poca atención a las letras. Tanto la escritura como la lectura son habilidades comunes en nuestro mundo moderno, habilidades que damos por hechas y a las que no prestamos mucha atención. ¿A caso consideramos especial a alguien que con 40 años nos venga y nos diga “Hola, yo sé leer y escribir”? No, no en el mundo occidental actual.
Pero las cosas no siempre fueron así. Si nos remontamos a la Antigüedad, e incluso a los primeros siglos de la Edad Media, nos daremos cuenta de que muchos pueblos prestan una atención especial a sus alfabetos. Aquí hablaremos en particular del alfabeto nórdico (rúnico) y hebreo (alefato), con algunas menciones a los alfabetos egipcios (el jeroglífico en particular) más adelante.

Hemos hablado con anterioridad del valor de la palabra en la magia. Pero las palabras también se ocupan de codificar la realidad, de racionalizarla de alguna manera. Son el medio por el que nos expresamos.
Hasta la fecha han existido distintas maneras de codificar el lenguaje. Desde los métodos rudimentarios de la prehistoria con el sistema icónico (con dibujos), evolucionando luego al ideográfico o logográficos (como los kanjis japoneses, los hanzi chinos; e incluso el jeroglífico egipcio), al silábico (lineal A y B, ugarítico, maya, cherokee, esquimal…) y finalmente al alfabético (latino, griego, ruso, hebreo, etc.).
Nosotros vamos a centrarnos eminentemente en dos sistemas alfabéticos: El Rúnico Nórdico y el Alefato Hebreo.

Alfabetos del Mundo Antiguo

¿Qué tienen de especial estos dos alfabetos? 

Ambos poseen ciertas similitudes. La primera de ellas deriva de la evolución histórica que sufrieron ambos. Es sabido que los alfabetos actuales son el resultado de un proceso de reducción que partía en un principio de los ideogramas. Esos ideogramas cobraron cada vez un matiz más abstracto y pasaron de definir objetos determinados a sílabas (algo mucho más abstracto, signo de que la lengua había evolucionado lo suficiente como para no tenerse que referirse a las cosas con representaciones que se les asemejaran). Pero las sílabas derivaban a su vez de esa primera idea ideográfica, por lo que en más de una ocasión el trazo era similar, adquiriendo así un significado propio dentro de sí.
Más adelante las sílabas se simplificaron todavía más llegando al nivel alfabético, que seguía conservando de manera más diluida el lejano significado del ideograma. Por ejemplo, la letra hebrea Aleph significa “buey” y se relaciona con dicho animal; no obstante no podríamos decirlo a simple vista pues no hay semejanza alguna. Su sonido es consonántico, pues el alefato no posee vocales. Ejemplos similares podemos encontrar en el caso de las Runas.

Esta coincidencia hace que las letras cobren un sentido, que a la par que el trazo se torna cada vez más abstracto. Esto permite emplear la letra como un instrumento más allá del uso escrito. De ambos alfabetos derivan hoy dos de los sistemas adivinatorios más conocidos: El Tarot y las Runas. Fue esa dinámica la que permitió que con el tiempo cada letra fuera cobrando un sentido más ideológico, un carácter propio.
Así pues, las letras empezaron a tener poder por sí mismas. No eran meras herramientas para la escritura sino que nos hablaban de un mundo secreto más allá de las mismas.

Hoy por hoy es el sistema hebreo el mejor conocido, gracias a la tradición mística de la Cábala. Sobre las runas es menor nuestro conocimiento dadas las circunstancias pues carecemos de documentos escritos en papel. La cultura nórdica, que tuvo su apogeo entre 850 y 1050 d.C. se vio rebasada por el cristianismo en el s. XII, y los documentos que se conservan son en islandés u otras lenguas antiguas que ya no empleaban los alfabetos rúnicos. Las runas se emplearon sobre todo en piedra, en grandes grabados de tinte ceremonial en la mayoría de los casos.
En contraposición tenemos el alfabeto hebreo, cuya tradición es mucho más extensa con alrededor de 2500 años de historia bien documentado. A pesar de las diásporas, la babilónica y especialmente la romana, los judíos cultos (la mayoría de ellos rabinos) no perdieron el uso de su lengua en especial a la hora de escribir. Encontramos, pues, extensas obras escritas en hebreo a lo largo del tiempo, algunos dedicados de forma especial al mismo alefato (como el magnífico “Sepher Yetzirah” el Libro de la Creación). Otra obra colosal también se refiere al alefato y nos habla del mismo en algunas ocasiones: “El Zohar” (Libro del Esplendor). También podemos encontrar menciones en otro de los grandes libros de la tradición cabalista como es el “Sepher ha-Bahir” (Libro de la Claridad).

Alfabeto Rúnico: Futhark Antiguo

¿Qué tiene que ver el Alefato con el Tarot?

Ésta es una pregunta de difícil respuesta, pues no existe acuerdo sobre los orígenes del Tarot. En primer lugar debemos decir que el mismo posee dos orígenes posibles, que un servidor cree que convergieron en algún momento de la historia; probablemente en los primeros siglos de nuestra era durante el exilio judío en Egipto.
La tradición hebrea nos habla de que el gran rey Salomón, hijo de David, se casó con una princesa egipcia. Éste, conocido como el mayor mago de todos los tiempos, empleaba las letras del alefato en sus trabajos mágicos; no solo eso, sino que también les daba un cierto uso adivinatorio. Digo cierto uso porque no tenía como fin el escrutinio del pasado. Salomón les daba un uso que hoy llamaríamos evolutivo; empleaba las letras para saber qué aspectos de sí mismo debía mejorar en aquél momento, para saber en qué se había equivocado y a qué debía prestar atención. Las letras escogidas, al “azar”, le hablaban sobre qué era lo que debía mejorar o trabajar en aquel instante.
La tradición egipcia, por otro lado, señala que los 22 Arcanos Mayores del Tarot no tienen tanto que ver con las 22 letras del Alefato, sino con los 22 Nomos (Provincias del Antiguo Egipto). Cada una de ellas se identificaba con uno de esos territorios, también con cada uno de los 22 trozos en los que Seth cortó a Osiris después de asesinarle. Así pues, cada parte tenía su función, cada provincia también la suya. De ello extraían el significado las cartas, esta vez sí con un sentido más plenamente adivinatorio desarrollado en los últimos siglos de la pasada era.
Nuestras cartas actuales tienen dos partes, el dibujo y el nombre. El dibujo deriva de lo que pensamos eran las antiguas cartas egipcias, en tanto que los nombres son una mescolanza de tradiciones. No obstante, si seguimos el sistema tradicional de Tarot (no el desarrollado en el s. XIX por Ridder Witte) veremos que el emparejamiento entre las cartas del Tarot y las Letras Hebreas es perfecto.


¿Qué diferencia hay entre las Runas y el Alefato?

En primer lugar hay que considerar el número. Existen distintos alfabetos rúnicos, si bien el básico consistía en 24 caracteres, que luego algunos pueblos ampliaron a 29 y 32 (con algunas variaciones locales y temporales). Para la tarea adivinatoria, además, el alfabeto rúnico incluyó una runa más: Wyrd, la runa en blanco, la Runa de Odín. El alefato hebreo, sin embargo, contiene tan solo 22 caracteres.

Alefato Hebreo
Otra diferencia gira en torno al uso de ambos. El alfabeto rúnico está limitado en general al uso en piedra como ya hemos dicho anteriormente, y generalmente para hablar de grandes temas mitológicos o consagrar grandes gestas. El alefato hebreo, sin embargo, no restringe su uso meramente a lo religioso, sino que también halla una función institucional y se emplea para la escritura común.

Debido a las circunstancias históricas es más lo que conocemos sobre el alfabeto hebreo que no sobre el rúnico. Ignoramos si los nórdicos atribuían algún valor numérico a sus letras, o si concedían importancia al hecho de que una palabra se escribiera con determinadas letras.
Para los hebreos, sobre los que disponemos de mucha más información, las letras también contenían un valor numérico (como en muchas lenguas semíticas); pues hay que recordar que todavía no habíamos alcanzado los números arábigos (de origen hindú) que empleamos hoy en día. Tanto es así que dentro del sistema hebreo si dos palabras llegan a sumar el mismo valor numérico (extraído de cada una de las letras que componen las palabras) es que tienen algo en común. Lo mismo sucede cuando una palabra tiene un valor numérico recalcable como 11, 22, 33, 72 u otros números a los que se conceda un significado especial.
Lo mismo sucede en el caso de que dos palabras compartan las mismas letras.

Por ejemplo las palabras “Ria” (Amigo)  y “Raá” (Ser malo) ambas escritas con las letras Resh y Ayin (aunque con distintos puntos vocálicos) que sumarían un valor de 270 (200 Resh + 70 Ayin). Sin entrar a hacer aquí una disertación desarrollada, lo que nos indica es que la línea que separa a los amigos de los enemigos es muy delgada; que a veces tomamos por buenas a personas que nos quieren mal, y por malas a personas que nos quieren bien. Este valor se puede resumir en 9 (2+7+0 = 9), lo que nos dice que solamente cuando seamos capaces de ver dentro del alma del ser humano que está a nuestro lado podremos dilucidar si es o no un amigo de verdad. Pero no solo esto, sino que a su vez nos señala que, al ser el 9 el número relacionado con el ser humano, que cada uno tenemos dentro de nosotros mismos el potencial para llegar a una u otra cosa.
¿Cómo llegamos a ese potencial? 270 es el valor de ambas palabras, si tomamos este valor y lo dividimos por 9 (su resumen) nos da 30 (270/9 = 30). 30 es el valor de la letra Lamed, letra que simboliza el corazón y la conexión divina. De ésta manera el resultado de lo que lleguemos a ser dependerá del camino que hayamos tomado y de los oídos que hayamos prestado a esa parte divina que está en nuestro corazón y que nos habla de un modo tan cercano.

Éste es solamente un ejemplo muy simple y superficial; pero baste para ver qué valor se le da a las letras y a la numerología que se les asocia. Evidentemente para un análisis más completo deberíamos analizar las letras que componen las palabras, en este caso Resh y Ayin.


Próximamente publicaremos artículos específicos sobre Runas y Letras Hebreas; así como sobre Jeroglíficos tan pronto como podamos. En las futuras publicaciones trataremos de ser más precisos sobre cada uno de los sistemas y, poco a poco, explicar cada una de las letras en particular.

Regreso - Volvemos a la actividad

Este ha sido un año complicado. Debido a toda una serie de circunstancias tuvimos que abandonar la actividad en el Blog, quizás en un momento en que precisamente la gente empezaba a leernos y exponer tanto su apoyo a nuestra tarea como a plantear sus propias preguntas.
Desde aquí queremos pedir disculpas a todos aquellos que por un motivo u otro se hayan podido sentir desatendidos u ofendidos, pues muy lejos de nuestra intención estaba, y está, el ofender a nadie. Todas las preguntas serán respondidas con la mayor brevedad que nos sea posible y del mejor modo que podamos.

Evidentemente estamos abiertos a cualquier sugerencia, dispuestos a resolver todas las dudas que se quieran plantear de ahora en adelante.

Volvemos sabiendo un poco más que antes, aquello que el tiempo nos ha dado y hemos podido (o querido) aprender. Hasta ahora habíamos tratado de que éste fuera un Blog bastante libre y heterogéneo en cuanto a su contenido, siempre dentro del marco de la espiritualidad y la metafísica. Hoy, lejos de abandonar ese camino, queremos tratar de seguir adelante con todavía más pluralidad y apertura.
¿Qué quiere decir ésto? Sencillamente que el mundo espiritual es uno, pero muchas las formas de entenderlo y llegar a él. Aunque cada una de ellas tenga su método el objetivo, y a lo que se mira, es el mismo; por ello creemos que es bueno derribar (en cierto modo) esas barreras, conectar las visiones de unos y otros con tal de alcanzar una mayor comprensión de ese TODO.

Quizás ésta sea una postura controvertida que algunos rechacen. Claro está que no todo se puede (ni algunas veces se debe) mezclar; pero la visión comparada siempre puede otorgar matices más sutiles, y un amplioespectro más diverso de colores que nos ayuden a comprender.
Sabemos que tal vez sea un camino algo complicado, que algunas veces nos podemos equivocar (pues somos humanos, como todos, y lejos estamos de alcanzar la verdad absoluta). Por ello es que invitamos a una mayor participación a todos aquellos que puedan tener dudas, que disientan de nuestras opiniones y, sobre todo, a aquellos que tengan una visión más clara que la nuestra y puedan dilucidar puntos oscuros a los que todavía no hemos llegado.



Por último, despedirnos por hoy recordando que estamos abiertos a las peticiones. Los que lo deseen pueden pedirnos temas sobre los que hablar, sobre los que deseen conocer más; así como sugerir nuevos campos de investigación que hasta el momento hayamos dejado de lado.
También abrimos las puertas a la Colaboración. ¿Hay algún tema sobre el que quieras hablar? No importa si nosotros hemos hablado de él, o si se trata de un tema nuevo. Ponte en contacto con nosotros y hablaremos, analizaremos el contenido y lo publicaremos si lo creemos adecuado para el Blog (siempre mencionando al autor original si no se indicara lo contrario).

Bendiciones para todos