lunes, 19 de noviembre de 2012

Salmos – Adquirir Apego a Di-s (23)


Hoy empezamos un nuevo tema, el de los Salmos (Tehilim en hebreo); siendo esta una temática de especial ya que estos juegan un papel de suma importancia tanto en el mundo hebreo como en el esotérico en general.
Son muchas las cosas que podemos lograr a través de la recitación de los salmos, como lo demuestra su inclusión en la ronda de plegarias diarias dentro del judaísmo o el cristianismo; tanto como su empleo en la Kabbalah para la realización de numerosísimos trabajos.
Los Salmos (Tehilim) son una herramienta para la rectificación y la enmienda del ser humano, ya que a través de ellos y su correcta lectura pueden lograrse grandes objetivos; ya sea desde sentir un mayor apego y sensación en nosotros del Creador, hasta sanar a una persona de una dolencia física, pasando por realizar o quitar trabajos mágicos o lograr objetivos personales como la guía del Eterno en nuestros asuntos, ayudarnos a entender mejor aquello que deseemos estudiar, obtener el perdón, etc.

Hoy empezaremos con uno de los Salmos más importantes, y que veremos a menudo, como lo es el Salmo 23; que muchos pueden ya conocer. Las virtudes y los secretos que encierra este salmo son numerosas; pero en este blog hablaremos solo de los beneficios del mismo, entrando la otra temática en parte de la mística ocultista de la Kabbalah.

A través del Salmo 23, empleado por lo menos al levantarse cada mañana (y antes de dormir, si lo hacemos después de la medianoche [a la hora que corresponda en nuestro lugar de residencia]), conseguiremos poco a poco entender algunas cosas y atraer hacia nosotros la presencia del Eterno, a la par que sentirnos más a gusto con Él.
Como veremos, nos ayudará a comprender e interiorizar el hecho de que si uno se pone bajo el mando del Eterno, nada habrá de temer; pues todo sustento, ayuda y protección le serán brindados cuando los necesite y se aclame a Él.

Salmo 23

(1) Salmo de David. El Eterno es mi pastor. No me faltará nada.
(2) En verdes praderas, me hará yacer. Hacia las aguas tranquilas, me conducirá.
(3) Mi alma renovará. Me guiará por senderos de justicia en virtud de Su Nombre.
(4) Aunque tenga que pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno porque Tú eres conmigo. Tu vara y tu cayado me alientan.
(5) Prepararás una mesa delante de mí ante la presencia de mis enemigos. Has ungido con óleo mi cabeza y mi copa desborda.
(6) Ciertamente la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y moraré en la Casa del Eterno para siempre.


Cómo podemos apreciar, el Salmo se divide en seis partes (por lo que podemos relacionarlo con la Creación; con la que tiene realmente una conexión), cada una de las cuales nos da una información esencial que debemos asimilar.

En la primera parte, nos dice “El Eterno es mi pastor. No me faltará nada” porque nosotros somos hijos del Creador, y su rebaño; por lo que Él jamás va a permitir que nos suceda nada malo si nos dejamos guiar por él. Si tenemos consciencia de eso, y lo aceptamos, hemos de saber que jamás va a faltarnos nada que necesitemos, pues Él nos va a proveer de todo.

Nos dice a continuación: “En verdes praderas, me hará yacer Hacia aguas tranquilas, me conducirá”. Es decir, nos dará un lugar en el que poder descansar después de nuestras fatigas; nos dejará descansar por el mérito de nuestras acciones para que podamos recobrar las fuerzas; lo mismo que es una alegoría de que nos conducirá, al fin, al lugar en el que ya no deberemos preocuparnos de ello porqué siempre moraremos en la Paz Infinita y el descanso eterno. Y para que podamos hacerlo, nos guiará hacia las Fuentes de Aguas Tranquilas, hacia los manantiales de sabiduría y purificación, de dónde beberemos y aprenderemos aquello que debemos realizar para enmendarnos y poder acceder a ese paraíso prometido.

Sigue diciendo: “Mi alma renovará. Me guiará por senderos justos en virtud de Su Nombre”. Y esto es, una vez nosotros emprendamos el camino de la rectificación y hayamos bebido de los manantiales del Eterno, empezaremos a renovar nuestra alma; a abandonar el ego del Yo Exterior para sacar a relucir el Yo Interior y purificarnos de todo lo “malo” que hayamos hecho a través de nuestra existencia.
Y nos guiará por senderos de Justicia en virtud de Su Nombre, será justo con nosotros y nos dará sin reparos todo aquello que merezcamos, sin permitir que nada ni nadie nos puedan molestar; porqué cuando seguimos al Eterno y confiamos en Él sabemos que ningún mal puede acecharnos si obramos lo correcto.
Salmo 23 en hebreo / Tehilim 23

Continúa el salmo con: “Aunque tenga que pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno porque Tu eres conmigo. Tu vara y tu cayado me alientan”. Si nosotros hemos depositado nuestra fe en el Eterno, sabemos, como hemos dicho antes, que nada malo puede dañarnos; por lo que no importa lo que suceda; si nosotros tomamos la vara y el cayado, nos aclamamos al Eterno con fe y esperanza, nada malo puede sucedernos. Recordemos aquí las palabras que dijo Rabí Eliezer a su hijo Rabí Ysrael (el Baal Shem Tov) antes de morir: “No hay nada que temer en este mundo más que al Eterno, pues sólo Él tiene verdadero poder sobre nosotros”. Y ¿Cómo íbamos a temer algo que no fuera a Él si todo cuando sucede es por Su voluntad, o obra de nuestros actos? Tengamos pues, fe en Él y recordemos también la cita de Salmos 146:5 “Feliz es aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Eterno su Dios”.

Nos dice, ya llegando casi al final: “Prepararás una mesa delante de mí ante la presencia de mis enemigos. Has ungido mi cabeza con óleo y mi copa desborda” Este versículo ha sido, algunas veces, malinterpretado. Hay que cuidarse en la primera parte del mismo, ya que encierra un significado oculto. ¿Cómo iba Dios a ponernos frente a nuestros enemigos cuando Él no es vengativo, ni nos quiere mal alguno? Muy sencillo, porque los que hoy pueden ser nuestros enemigos son nuestros propios hermanos, pues todos tenemos un solo Padre. Y por lo tanto, los que hoy vemos como enemigos, también tendrán oportunidad de redimirse en el mañana, y al fin todos compartiremos mesa juntos en armonía con el Santo, Bendito Sea, y no habrá más enemistad; solamente amor.
Él nos ha ungido con el aceite litúrgico, nos ha hecho también santos a nosotros porque somos sus hijos, y ha llenado nuestra copa para que nada nos falte. Y en verdad, nada nos ha de faltar si estamos con él.

Por último, concluye el salmo con Ciertamente la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y moraré en la Casa del Eterno para siempre.” Si nosotros obramos correctamente, si nos apegamos al Padre con sinceridad; nos haremos merecedores de su Bondad y su Misericordia que nos llenarán y seguirán nuestros pasos allí dónde pisemos protegiéndonos. Y finalmente, cuando hayamos cumplido nuestro trabajo de rectificación , seremos dignos de entrar en la Casa del Eterno y morar allí para el resto de los tiempos en Su Gracia y Su Gloria.

Es mucho más lo que podría decirse sobre este salmo, y podrían llenarse libros enteros; pero baste por ahora con saber que es este un Salmo muy importante si uno quiere empezar a mejorarse a sí mismo y a progresar en su camino.

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1 comentario:

  1. Divino Salmo, empleado cuando necesitemos de la gracia y la bondad de nuestro Señor, este Salmo es muy poderoso.Gracias por compartirlo,que el Señor los ilumine hoy, mañana y siempre.

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