Hoy empezamos un nuevo tema, el de los
Salmos (Tehilim en hebreo); siendo esta una temática de
especial ya que estos juegan un papel de suma importancia tanto en el
mundo hebreo como en el esotérico en general.
Son muchas las cosas que podemos lograr
a través de la recitación de los salmos, como lo demuestra su
inclusión en la ronda de plegarias diarias dentro del judaísmo o el
cristianismo; tanto como su empleo en la Kabbalah para la realización
de numerosísimos trabajos.
Los Salmos (Tehilim) son una
herramienta para la rectificación y la enmienda del ser humano, ya
que a través de ellos y su correcta lectura pueden lograrse grandes
objetivos; ya sea desde sentir un mayor apego y sensación en
nosotros del Creador, hasta sanar a una persona de una dolencia
física, pasando por realizar o quitar trabajos mágicos o lograr
objetivos personales como la guía del Eterno en nuestros asuntos,
ayudarnos a entender mejor aquello que deseemos estudiar, obtener el
perdón, etc.
Hoy empezaremos con uno de los Salmos
más importantes, y que veremos a menudo, como lo es el Salmo 23; que
muchos pueden ya conocer. Las virtudes y los secretos que encierra
este salmo son numerosas; pero en este blog hablaremos solo de los
beneficios del mismo, entrando la otra temática en parte de la
mística ocultista de la Kabbalah.
A través del Salmo 23, empleado por lo
menos al levantarse cada mañana (y antes de dormir, si lo hacemos
después de la medianoche [a la hora que corresponda en nuestro lugar
de residencia]), conseguiremos poco a poco entender algunas cosas y
atraer hacia nosotros la presencia del Eterno, a la par que sentirnos
más a gusto con Él.
Como veremos, nos ayudará a comprender
e interiorizar el hecho de que si uno se pone bajo el mando del
Eterno, nada habrá de temer; pues todo sustento, ayuda y protección
le serán brindados cuando los necesite y se aclame a Él.
Salmo
23
(1)
Salmo de David. El Eterno es mi pastor. No me faltará nada.
(2)
En verdes praderas, me hará yacer. Hacia las aguas tranquilas, me
conducirá.
(3)
Mi alma renovará. Me guiará por senderos de justicia en virtud
de Su Nombre.
(4)
Aunque tenga que pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno
porque Tú eres conmigo. Tu vara y tu cayado me alientan.
(5)
Prepararás una mesa delante de mí ante la presencia de mis
enemigos. Has ungido con óleo mi cabeza y mi copa desborda.
(6)
Ciertamente la bondad y la misericordia me seguirán todos los
días de mi vida, y moraré en la Casa del Eterno para siempre.
Cómo podemos apreciar, el
Salmo se divide en seis partes (por lo que podemos relacionarlo con
la Creación; con la que tiene realmente una conexión), cada una de
las cuales nos da una información esencial que debemos asimilar.
En la primera parte, nos
dice “El Eterno es mi pastor. No me faltará nada” porque
nosotros somos hijos del Creador, y su rebaño; por lo que Él jamás
va a permitir que nos suceda nada malo si nos dejamos guiar por él.
Si tenemos consciencia de eso, y lo aceptamos, hemos de saber que
jamás va a faltarnos nada que necesitemos, pues Él nos va a proveer
de todo.
Nos dice a continuación:
“En verdes praderas, me hará yacer Hacia aguas tranquilas, me
conducirá”. Es decir, nos dará un lugar en el que poder
descansar después de nuestras fatigas; nos dejará descansar por el
mérito de nuestras acciones para que podamos recobrar las fuerzas;
lo mismo que es una alegoría de que nos conducirá, al fin, al lugar
en el que ya no deberemos preocuparnos de ello porqué siempre
moraremos en la Paz Infinita y el descanso eterno. Y para que podamos
hacerlo, nos guiará hacia las Fuentes de Aguas Tranquilas, hacia los
manantiales de sabiduría y purificación, de dónde beberemos y
aprenderemos aquello que debemos realizar para enmendarnos y poder
acceder a ese paraíso prometido.
Sigue diciendo: “Mi
alma renovará. Me guiará por senderos justos en virtud de Su
Nombre”. Y esto es, una vez nosotros emprendamos el camino de
la rectificación y hayamos bebido de los manantiales del Eterno,
empezaremos a renovar nuestra alma; a abandonar el ego del Yo
Exterior para sacar a relucir el Yo Interior y purificarnos de todo
lo “malo” que hayamos hecho a través de nuestra existencia.
Y nos guiará por senderos
de Justicia en virtud de Su Nombre, será justo con nosotros y nos
dará sin reparos todo aquello que merezcamos, sin permitir que nada
ni nadie nos puedan molestar; porqué cuando seguimos al Eterno y
confiamos en Él sabemos que ningún mal puede acecharnos si obramos
lo correcto.
Salmo 23 en hebreo / Tehilim 23 |
Continúa el salmo con:
“Aunque tenga que pasar por un valle tenebroso, no temo mal
alguno porque Tu eres conmigo. Tu vara y tu cayado me alientan”.
Si nosotros hemos depositado nuestra fe en el Eterno, sabemos, como
hemos dicho antes, que nada malo puede dañarnos; por lo que no
importa lo que suceda; si nosotros tomamos la vara y el cayado, nos
aclamamos al Eterno con fe y esperanza, nada malo puede sucedernos.
Recordemos aquí las palabras que dijo Rabí Eliezer a su hijo Rabí
Ysrael (el Baal Shem Tov) antes de morir: “No hay nada que
temer en este mundo más que al Eterno, pues sólo Él tiene
verdadero poder sobre nosotros”. Y ¿Cómo íbamos a temer
algo que no fuera a Él si todo cuando sucede es por Su voluntad, o
obra de nuestros actos? Tengamos pues, fe en Él y recordemos también
la cita de Salmos 146:5 “Feliz es aquel cuya ayuda es el Dios
de Jacob, cuya esperanza está en el Eterno su Dios”.
Nos dice, ya llegando casi
al final: “Prepararás una mesa delante de mí ante la presencia
de mis enemigos. Has ungido mi cabeza con óleo y mi copa desborda”
Este versículo ha sido, algunas veces, malinterpretado. Hay que
cuidarse en la primera parte del mismo, ya que encierra un
significado oculto. ¿Cómo iba Dios a ponernos frente a nuestros
enemigos cuando Él no es vengativo, ni nos quiere mal alguno? Muy
sencillo, porque los que hoy pueden ser nuestros enemigos son
nuestros propios hermanos, pues todos tenemos un solo Padre. Y por lo
tanto, los que hoy vemos como enemigos, también tendrán oportunidad
de redimirse en el mañana, y al fin todos compartiremos mesa juntos
en armonía con el Santo, Bendito Sea, y no habrá más enemistad;
solamente amor.
Él nos ha ungido con el
aceite litúrgico, nos ha hecho también santos a nosotros porque
somos sus hijos, y ha llenado nuestra copa para que nada nos falte. Y
en verdad, nada nos ha de faltar si estamos con él.
Por último, concluye el
salmo con “Ciertamente
la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y moraré en la Casa del Eterno para siempre.”
Si nosotros obramos correctamente, si nos apegamos al Padre con
sinceridad; nos haremos merecedores de su Bondad y su Misericordia
que nos llenarán y seguirán nuestros pasos allí dónde pisemos
protegiéndonos. Y finalmente, cuando hayamos cumplido nuestro
trabajo de rectificación , seremos dignos de entrar en la Casa del
Eterno y morar allí para el resto de los tiempos en Su Gracia y Su
Gloria.
Es
mucho más lo que podría decirse sobre este salmo, y podrían
llenarse libros enteros; pero baste por ahora con saber que es este
un Salmo muy importante
si uno quiere empezar a mejorarse a sí mismo y a progresar en su
camino.
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Divino Salmo, empleado cuando necesitemos de la gracia y la bondad de nuestro Señor, este Salmo es muy poderoso.Gracias por compartirlo,que el Señor los ilumine hoy, mañana y siempre.
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