Sin duda, la Kabbalah (o Cábala) es
una de las ramas esotéricas más antiguas y la que goza de una mayor
tradición; llegando casi a los 6.000 años de antigüedad. Pero aún
así, existen muchos mitos y desconocimiento acerca de la misma.
Alejado su foco del mundo occidental, se ha contemplado desde aquí
como un exotismo envuelto de enigmático misticismo y un halo
misterioso; todo ello herencia de las visiones que se nos han
ofrecido a través de los libros, la prensa o la televisión de los
grandes alquimistas, cabalistas o magos de la Edad Media y Moderna.
Ciertamente la Kabbalah es hermética
(luego explicaremos qué quiere decir esto concretamente) pero en
modo alguno podemos dibujarla como algo oscuro, misterioso u oculto.
Antes al contrario, Kabbalah es luz y nos enseña el camino hacia el
Eterno, Bendito Sea. ¿Así pues, cómo podemos imaginarla como algo
misterioso? Precisamente con esta introducción pretendemos explicar,
a grandes rasgos, qué es la Kabbalah y a qué se dedica o para qué
sirve.
En primer lugar la palabra Kabbalah
significa recibir o herencia, de modo que su cometido es que nosotros
recibamos alguna cosa... ¿pero para qué? Si recibimos es para poder
dar. En Kabbalah recibimos una serie de conocimientos que nos van a
permitir mejorar nuestras vidas (empezando por nuestro interior), y
con ello poder ayudar a los demás. Para poder dar, hay que recibir;
pero también debemos dar para poder recibir, pues de lo contrario
estaremos llenos y nada podrá entrar en nosotros.
Vamos a ver ahora, qué es lo que
debemos recibir para poder mejorar y ayudar a los demás. Lo mejor
para ello es recurrir a un ejemplo. Según nos cuenta el Talmud (en
Shabat 31a) un converso fue a ver a Shamai (fundador de la escuela
Alájica, más estricta) y le retó a que le explicara toda la Torah
en el tiempo que él podía mantenerse parado en una sola pierna.
Shamai, que se lo tomó como una ofensa, aprovechó la ocasión para
empujar al sujeto que se reía de él y largarse. El mismo sujeto,
sin embargo, quiso ir a ver al otro gran rabino del momento, Hilel
(fundador de la escuela Hasídica, más permisiva) al que le propuso
el mismo reto. Hilel se detuvo ante él y le dijo: “Es sencillo, la
Torah y la Kabbalah nos enseñan: No hagas a los demás aquello que
no desees para ti”.
Así pues, la Kabbalah (basada en el
estudio de la Torah) nos enseña a amarnos a nosotros mismos y al
prójimo; así como a buscar el camino al Eterno, Bendito Sea. Todo
esto podemos resumirlo en que la Kabbalah es el instrumento del ser
humano para penetrar en el Amor de Di-s, Bendito Sea, y convertirse
él mismo en un emisor de ese Amor.
Tetragrammatón (o Pentagrama esotérico) |
Árbol de la Vida |
A muchos sonaran algunos de los
instrumentos empleados por los cabalistas. La Torah (o Pentateuco) El
Sello de Salomón (o Estrella de David), el Tetragrammatón (o
Pentagrama), el Árbol de la Vida, las Letras Hebraicas, la Merkabah,
la Corte Angélica, los Genios de la Kabbalah, etc. Todo ello irá
siendo explicado detenidamente más adelante y punto por punto; pues
cada uno de estos temas es merecedor de sendas enciclopedias por sí
mismo. De momento contentemonos con conocer los nombres de estos
importantísimos y profundos instrumentos.
Siguiendo con la explicación, vamos a
aclarar ahora el concepto de “hermetismo”. En este caso,
empleamos el término hermetismo para referirnos a algo que debe ser
secreto; si atendemos a la primera máxima hermética, dice lo
siguiente “Los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto
para el oído capaz de comprender”. Luego ¿Por qué Kabbalah es
hermética? Porque no todo el mundo se encuentra en un nivel óptimo
para comprenderla o iniciarse en su estudio, y si algo llegara a los
oídos de esa persona no lo comprendería y podría llevarla a
condenar aquello que no puede entender alejándose así aún más del
camino. Sin embargo, esto no implica que una persona no pueda
libremente empezar sus estudios de Kabbalah dónde desee, pues las
puertas están abiertas para todo aquél que desee cruzarlas.
Así pues diremos que ¿Hermético? Sí,
pero hasta cierto punto, puesto que todo el mundo posee la libertad
de escoger este camino cuando lo desee; así como de abandonarlo.
Solamente deberá guardarse para sí los secretos que descubra, o
para aquellos que estén en su mismo nivel o superior; nada más.
Esto, que puede parecernos descabellado y algo oscuro, puede
entenderse fácilmente si extrapolamos el ejemplo a otros campos como
el de la física. A alguien que recién empiece la carrera de
físicas de nada servirá explicarle las grandes y más avanzadas
fórmulas; pues no las entenderá y lo que es peor, pueden provocar
en él el miedo a no poseer la capacidad para alcanzar algún día
tales conocimientos; o aún de condenarlos por imposibles cuando son
realmente ciertos.
Para terminar, diremos que la Kabbalah,
lejos de la oscuridad con la que la han querido bañar muchos, es un
camino accesible a todo aquél que desee conocerla. Un camino de luz
para guiarnos hacia el Padre, para intentar comprenderlo, sentirlo en
nosotros. Un camino para poder trabajar, mejorar y ayudarnos a
nosotros mismos y a otros.
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